Hace rato no tenemos ni recursos ni alimentos
ni un gesto ni una mirada ni una palabra de aliento.
Mucho menos un abrazo un saludo un apretón
el consuelo de la gente que brote del corazón.
Es muy cruel la indiferencia del que mira de costado
del que se aleja unos pasos para evitar ser llamado.
Por desgracia nos confunden con algunos delincuentes
tenemos pocos recursos pero somos muy decentes.
Nos quedamos sin trabajo la plata no nos alcanza
nuestros hijos lloriquean porque les duele la panza.
Ser pobre no es un delito tan sólo una condición
una trampa que el destino nos tiende sin compasión.
Ruben Edgardo Sánchez, 2 de marzo de 2014
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