Emprender rumbo norte o rumbo sur
con las lenguas de mar junto a los pies
iodo y sal bajo el cielo tan azul
van y vienen y vuelven otra vez.
Imposible abarcar el firmamento
sin girar la cabeza aquí y allá
disfrutando momento tras momento
una vuelta de nuevo y otra más.
Libre andar como el aire y como el sol
como el raudo volar de las gaviotas
en concierto de luz y de color
absorbiendo la vida gota a gota.
Contemplar la agonía del ocaso
similar pero nunca repetida
confirmando que siempre está de paso
nuestro sol en su diaria despedida.
Ruben Edgardo Sánchez, 9 de enero de 2016
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