Soplaba un viento muy fuerte
sobrevolando las dunas
nosotros pacientemente
esperando ver la luna.
Encima del horizonte
caprichosamente había
una cortina nubosa
que al satélite cubría.
De repente apareció
redonda y muy brillante
sin obstáculo alguno
que se interponga delante.
Qué bella estaba la luna
cuánto fulgor irradiaba
su cara siempre sonriente
tan bella e inmaculada.
Ruben Edgardo Sánchez, 24 de enero de 2016
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