Era la tarde y la hora
el último eclipse del siglo y un manto gris
profundo como nuestra pena
caía piadosamente sobre el astro
aventajando a la luna
en un descuido crepuscular.
El último eclipse del siglo
caerá sobre América
pero aquí Buenos Aires
se resiste a que le quiten
la escasa luz que aún le queda
después de tantos inviernos.
Apenas un borde
un ínfimo borde será eclipsado
pero ni aún así podremos verlo
porque no es aconsejable -dicen- ver algunas cosas
la nube gris lo sabe
y sabe de nuestra curiosidad insaciable.
Es casi la hora y no podremos verlo
y vienen a sumarse ahora
unas leves gotas
que lagrimeando caen en nuestras calles
en nuestros patios
porque el cielo llora por nosotros.
En tanto el último eclipse del siglo
cae sobre América impiadosamente
será ésta una señal...
tal vez el nuevo siglo nos reciba
promisoriamente iluminados
por un sol nunca eclipsado.
Ruben Edgardo Sánchez, 11 de julio de 1991
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