Azul carmín y lila irrepetibles
de diáfanos crepúsculos mundanos
quietudes infinitas y apacibles
apenas una brisa en mis manos.
Remanso tibio en una tarde de esas
en que se esfuma y desvanece el tiempo
dos pares de segundos un descuido
y el sol cede a la luna el firmamento.
Después de tanta gris monotonía
desnudas el color que me rodea
iluminas el alma aletargada
y sacudes la vida en las veredas.
Me deslumbras de nuevo sol y ahora
me doy cuenta de cuánto te he extrañado
te he esperado paciente tantos días
que tu luz bienhechora había olvidado.
Ruben Edgardo Sánchez, 12 de diciembre de 1991
No hay comentarios.:
Publicar un comentario