Desde hace más de tres décadas vivimos en democracia
ahora está condicionada y resulta una falacia.
Todos tienen su razón que pretenden imponer
los puntos de vista ajenos no existen al parecer.
A casi nadie le importa lo que piensan los demás
tienen cera en los oídos y no pueden escuchar.
Quien opina diferente hoy es descalificado
pues la verdad se recuesta sobre uno u otro lado.
Nuestro país está enfermo casi en terapia intensiva
ya perdió su lucidez su conciencia está dormida.
Hoy se encuentra tristemente invadido por el odio
y muchos ya reservaron su sitio en el purgatorio.
Ruben Edgardo Sánchez, 15 de enero de 2016
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