En un banco de una plaza
sentado junto a mi perra
descansábamos un poco
antes de emprender la vuelta.
De repente se acercó
un canino en dos patas
pese a contar con las cuatro
las de atrás las arrastraba.
Un problema neurológico
lo aquejó desde pequeño
decidieron adoptarlo
según afirmó su dueño.
Hoy se lo ve muy feliz
elegante y bien dispuesto
aceptanto hidalgamente
lo que el destino le ha impuesto.
Ruben Edgardo Sánchez, 15 de mayo de 2016
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