No somos seres salvajes
estamos domesticados
pero actuamos con coraje
cuando somos agraviados.
Nos ven como un pueblo manso
que agacha su cabeza
y cuando nos rebelamos
les causa una gran sorpresa.
Suelen tirar de la cuerda
y ver hasta dónde llega
juegan con nuestra paciencia
presumen de estrategas.
Creen que somos corderos
muy mansos y obedientes
en huir son los primeros
cuando mostramos los dientes.
Ruben Edgardo Sánchez, 21 de mayo de 2016
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