La tierra que mis abuelos buscaron para morir
es la misma que yo elijo para vivir hasta el fin.
Aunque sé que mis ancestros provienen de otros lugares
estoy anclado a la tierra donde nacieron mis padres.
La patria que me cobija poblada por inmigrantes
es un gran crisol de razas oriundas de todas partes.
Mi país es generoso con sus puertas siempre abiertas
para todo aquél que quiera habitar en nuestra tierra.
A menudo los nativos debemos ceder derechos
para aquellos que provienen de países extranjeros.
Sin embargo no agradecen nuestra hospitalidad
pese a que están en un plano de equilibrada igualdad.
Hacen uso de exenciones para instalar sus negocios
y en poco tiempo consiguen dividendos generosos.
Nuestra Carta Magna dice que serán muy bienvenidos
los que quieran habitar el territorio argentino.
Ojalá nos recibieran de igual forma en todos lados
sin embargo muchas veces somos vilmente expulsados.
No obstante seguimos siendo un pueblo hospitalario
a aquéllos que nos visitan recibimos con agrado.
Nos tildan de presuntuosos fanfarrones presumidos
sin embargo los turistas son siempre muy bienvenidos.
Soy oriundo de esta tierra con virtudes y defectos
nos tildarán de engreídos pero brindamos afecto.
Ruben Edgardo Sánchez, 4 de septiembre de 2014
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