Dejaré de usar los pies cuando me encamine al cielo
porque resulta imposible pisar si no hay ningún suelo.
Volaré sobre algodones como lo hacen las aves
tan gráciles y sutiles como ángeles celestiales.
Viviré desconectado liberado de equipaje
sin pensar en alimentos vestimenta u hospedaje.
Sin nombre ni apellido ni carnet de identidad
sin complejos ni ataduras en completa libertad.
Nuestro tránsito mundano nos invita a valorar
lo que realmente importa cuando nos llega el final.
Muy tarde nos damos cuenta cuántos esfuerzos en vano
hubimos de cultivar en territorio secano.
El teatro de la vida no admite ningún ensayo
somos noveles actores arriba del escenario.
Ruben Edgardo Sánchez, 24 de septiembre de 2014
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