Con simulada inocencia te acercas con ansiedad
ocultando con vehemencia que temes la soledad.
La soledad de tu alma que muy desierta ha de estar
aguardando una caricia que el amor ha de sembrar.
Ese amor que cubre todo con su manto de candor
de tibieza incomparable que turba con gran furor.
Ese amor imprevisible que algún día ha de llegar
ese día indescriptible que no debe de faltar.
Tú que nunca lo has vivido muy poco sabes de él
pues es muy introvertido ese modo de querer.
Por cierto que es uno solo aquel que llaman amor
pero tiene muchos tonos y varía en el color.
Según quién sea el pintor o quién sea el dibujante
podrá variar el color o el dibujo del semblante.
No todos experimentan de igual modo el amor
depende de quién lo sienta será mejor o peor.
Pero sin lugar a dudas en el fondo no varía
es de singular dulzura y de tierna lozanía.
Aquel hondo sentimiento que quizá tú lo tendrías
sabes por qué no lo tienes pues no buscas compañía.
No buscas la mano amiga que tu corazón detiene
con tozuda intrepidez detiene con terquedad.
Sin darse cuenta tal vez por ceguera o necedad
que en el campo de tu alma siembra así la soledad.
Ruben Edgardo Sánchez, 23 de octubre de 1970
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