Quienes llegan al poder con vocación democrática
no pueden irse después acusados de apátridas.
Sin embargo hay mandatarios que deshonran su labor
buscan beneficio propio e ignoran a su nación.
Juran servir a la patria en el acto de asunción
luego actúan cual si fueran un simple y vulgar ladrón.
Carecen de dignidad son seres muy repugnantes
se burlan de quienes fueron en las urnas sus mandantes.
Los dirigentes honestos son pocos pero esenciales
son personas muy decentes y a la vez fundamentales.
Don Arturo Umberto Illia también Raúl Alfonsín
son ejemplos argentinos de modelos a seguir.
Se fueron como llegaron con su nombre y apellido
dando las gracias al pueblo por haberlos elegido.
Y a cambio de ello entregarles lo mejor que han podido
terminando sus mandatos con los bolsillos vacíos.
Ruben Edgardo Sánchez, 8 de abril de 2016
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