Así quedó este perrito entre tanta pirotecnia
temeroso y resignado por culpa de la inconsciencia.
Uno de tantos ejemplos de seres que han padecido
como ocurre cada año estos estruendosos ruidos.
Los fuegos artificiales resultan inofensivos
pero las bombas de estruendo causan daño a los oídos.
No es justo que prevalezca el capricho de unos pocos
sabiendo que causan daños que no merecen los otros.
Ruben Edgardo Sánchez, 2 de enero de 2017
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