Confiamos que un nuevo día nos dirá otra vez presente
aunque a la gran mayoría le resulte indiferente.
Aguardamos el albor con un poco de impaciencia
hasta que aparece el sol con su inefable presencia.
Bien sabemos que sin él vivir sería imposible
tenemos que agradecer su presencia infalible.
Aunque el día esté nublado caiga el granizo o la nieve
nada impide su presencia que a diario nos conmueve.
Los pajarillos despiertan de su descanso nocturno
vuelan los aires piando cada uno a su turno.
Con los ojos bien abiertos al llegar la madrugada
disfrutamos muy atentos la magia de la alborada.
Ruben Edgardo Sánchez, 30 de enero de 2017
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