La mitad de la riqueza acumulada en el mundo
está en manos de unos pocos avariciosos inmundos.
No tienen moral ni alma se desviven por dinero
siguen sumando millones siempre a costa de sus pueblos.
Carecen de compasión por los más necesitados
los tratan como a un objeto los tiran después de usarlos.
Reúnen las condiciones para ganar el infierno
y padecer los tormentos con un sufrimiento eterno.
Tan sólo el uno por ciento de la población mundial
posee más riqueza que el resto de la humanidad.
Noventa y nueve por ciento de todos los habitantes
debe entonces contentarse con una mísera parte.
Ruben Edgardo Sánchez, 19 de enero de 2017
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