El agua mansa del mar
ve sumergirse a la luna
donde acaba el horizonte
y se adormece la bruma.
Aún no es su despedida
regresará nuevamente
como acostumbra hacerlo
a la hora del poniente.
Desde la casa del árbol
suspendida en la altura
se divisa claramente
su platinada hermosura.
Retornará majestuosa
como siempre al día siguiente
radiante y platinada
algo menguada su frente.
Ruben Edgardo Sánchez, 3 de junio de 2016
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