Recostado sobre el agua mirando el celeste cielo
me sorprendo al ver la luna siguiendo de cerca a Febo.
Me hace girar la marea y a lo lejos veo la playa
con sus carpas y sombrillas sobre la arena mojada.
Atrás los médanos verdes paralelos a la costa
que de a poco van cayendo bajo una manta de sombras.
Vendedores ambulantes pregonan su mercancía
sus voces se oyen apenas detrás de la lejanía.
El manso oleaje que mece esta liviana osamenta
me empuja tímidamente y hacia la orilla me acerca.
Qué bueno que me regala tanta paz tanto sosiego
esta tarde de diciembre de un remanso veraniego.
Ruben Edgardo Sánchez, 1 de enero de 2015
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