Había una vez un pueblo que estaba muy confundido
una yegua en el establo relinchaba de lo lindo.
Mientras tanto dos caballos esperaban impacientes
para tomar su lugar y mostrar todos sus dientes.
Cuando ella se cansó y dio un paso al costado
los dos caballos entonces parecían desbocados.
Intercambiaban agravios de manera solapada
y en una oportunidad debieron verse las caras.
Debatieron arduamente no se sacaban ventaja
hasta que uno de los dos pudo ganar la batalla.
El establo se llenó de globitos de colores
que muy pronto se pincharon generando sinsabores.
Criticaban a la yegua y ahora tienen un caballo
que no sabe cómo hacer para cuidar el establo.
Ruben Edgardo Sánchez, 15 de mayo de 2017
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