Porque no hay motivos que
la justifiquen
ni hay voluntades que ante
ella claudiquen.
Porque sin piedad ni
contemplaciones
llega sin aviso y sin
explicaciones.
Porque en un segundo el
menos pensado
lo que era presente
deviene en pasado.
Porque no hay futuro ante
su presencia
apenas espacio para
condolencias.
Porque es un enigma y
además me inquieta
quiero descifrarlo cual un
exegeta.
Por estas razones hablo de
la muerte
para no temerle para
hacerme fuerte.
Ruben Edgardo Sánchez, 14 de febrero de 2015
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