Hay uno a quien no le
gusta para nada la poesía
y cuestiona nuestra obra
con descarada osadía.
Confiesa que nunca lee que
ignora si es bueno o malo
que estilizamos problemas
los intelectualizamos.
Nos dice que las palabras
nunca han sido suficientes
para paliar el dolor que
padece tanta gente.
Pregunta con insolencia si
esperamos los aplausos
le parece deleznable andar
mendigando lauros.
Dice que nos regodeamos
con pleitesías tan vanas
que es inútil ser poetas
si no sirven las palabras.
Es una historia real que
muestra la necedad
que merodea este mundo con
total impunidad.
Ruben Edgardo Sánchez, 18 de febrero de 2015
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