Ésta era la quinta vez que Argentina disputaba
la tan ansiada final de una Copa anhelada.
Fueron muchos y muy buenos los tenistas que lo hicieron
pero por varias razones nunca antes la consiguieron.
Pero esta vez se les dio rompieron el maleficio
ganaron la Copa Davis con talento y sacrificio.
Una evidente humildad por sobre todas las cosas
hizo posible la hazaña de poder ganar la Copa.
Fue un equipo verdadero no una suma de talentos
predispuestos a sumar desterrando enfrentamientos.
No hubo divismo alguno ni figuras descollantes
todos juntos con su esfuerzo tiraron para adelante.
Porque primó la unidad y el interés colectivo
todos fueron uno solo dejando a un lado egoísmos.
Una fuerza interior y un espíritu de grupo
concretaron este logro ansiado desde hace mucho.
La famosa ensaladera lucirá en nuestras vitrinas
después de muchos intentos en que se mostró esquiva.
Ruben Edgardo Sánchez, 2 de diciembre de 2016
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