Con los ojos bien abiertos
una lechuza rojiza
permanece inmutable
mezclada con las frutillas.
Su mirada es tan atenta
y enfocada en lo que ve
que no admite parpadeos
que la puedan distraer.
Perseverante observa
con denodada afición
y su par de ojos redondos
no desvían su atención.
Concentrada y vigilante
su mirada agudiza
la lechuza camuflada
en medio de las frutillas.
Ruben Edgardo Sánchez, 14 de diciembre de 2016
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