Al llegar a cierta edad es muy común observar
a mucha gente famosa que viaja a la eternidad.
Y otra gente más cercana al entorno familiar
que se aleja de este mundo sin tanta notoriedad.
Nos acercamos al ápice de nuestra longevidad
por cierto bastante lejos de nuestra natalidad.
Circunstancias naturales conforman nuestra entidad
de seres perecederos en tránsito y nada más.
Ruben Edgardo Sánchez, 24 de junio de 2015
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