Cuántos hay que han muerto en guerras inútiles
cuántos que entregaron sus sueños al mar
nada justifica la muerte el dolor
de los inocentes puestos a luchar.
Que vuelvan los prados cubiertos de flores
los campos sembrados de lino y cereal
vuelvan carpinteros a tallar maderas
y el herrero noble a fundir metal.
Que los corazones de la gente buena
no quieren su sangre tibia derramar
en campos de guerra que es tierra arrasada
aquello que siembran lo cosecharán.
Por un mundo nuevo por un mundo sano
donde el hombre sueñe y viva en libertad
donde los gorriones también las palomas
vuelen libremente de aquí para allá.
No queremos guerras no queremos muertos
por causas innobles que buscan lucrar
con los sentimientos de amor a la patria
de millones de hombres que quieren la paz.
Ruben Edgardo Sánchez, 21 de septiembre de 2001
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