En cuestiones de derechos
los que tiene una persona
acaban donde comienzan
los de las otras personas.
Exigimos con ahínco
que no cercenen los nuestros
por lo tanto es menester
respetar a los ajenos.
Habría que imaginarlo
de manera especular
mirándonos al espejo
el otro es un igual.
Merece el mismo respeto
que me prodigo a mí mismo
no hacerlo indicaría
cierto grado de egoísmo.
Ruben Edgardo Sánchez, 10 de noviembre de 2016
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