De repente todo es gris
frío triste y extrañado
el espíritu es vaciado
derrumbada la cerviz.
Como un órgano o víscera
extirpado de improviso
se va parte de uno mismo
y hace nuestra vida mísera.
Ningún abrazo sentido
ni palabra que conforte
uno extravía su norte
y termina abatido.
No hay consuelo ni cobijo
huelga toda explicación
nada más desgarrador
que la pérdida de un hijo.
Ruben Edgardo Sánchez, 9 de octubre de 2015
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