Alguna vez me sentí
muy al borde de mí mismo
donde el camino se acaba
y se cae en un abismo.
Fueron unos pocos meses
pareció una eternidad
había muchos caminos
no sabía cuál tomar.
Desazón incertidumbre
indiferencia y angustia
un mañana inexistente
una vida fría y mustia.
Sin tener mapa de rutas
desconociendo el lugar
me sentía en el limbo
con profundo malestar.
De pronto la densa bruma
se empezó a disipar
vi todo mucho más claro
y pude otra vez andar.
Ruben Edgardo Sánchez, 19 de septiembre de 2015
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