La memoria colectiva está más viva que nunca
gracias al ciberespacio que brinda una gran ayuda.
Circuitos de información que se entrecruzan a diario
entre tantos receptores y millones de emisarios.
Entre los bits y los bytes kilos megas gigas teras
la información que circula día a día nos rodea.
La virtualidad nos brinda un recurso singular
la data almacenada no ocupa espacio real.
El gran riesgo que corremos es que amparados en ella
nuestra memoria ociosa pierda sentido y se duerma.
Tendremos que ejercitarla y darle una razón de ser
para evitar que su uso tienda a desaparecer.
Ruben Edgardo Sánchez, 12 de septiembre de 2015
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