Algo muy triste ocurrió en nuestra Universidad
durante una dictadura allá en el sesenta y seis.
Cientos de profesores alumnos y no docentes
defendían su autonomía con sus uñas y sus dientes.
El presidente de facto decretó la intervención
de las universidades para su depuración.
Fueron echados a palos alumnos y profesores
por milicos que portaban sus dolorosos bastones.
La cultura nacional padeció las consecuencias
los mejores profesores decidieron irse afuera.
Uno de ellos escribió una carta al día siguiente
narrando lo sucedido para enterar a la gente.
El violento desalojo fue descripto con detalle
tuvieron que forzar puertas y luego arrojaron gases.
Los metieron en un aula y los golpearon con palos
para ejercer la violencia estaban bien preparados.
Y luego a los alaridos de a uno los empujaban
y mientras iban saliendo los golpeaban y humillaban.
Trasladados en camiones rumbo a una seccional
los retuvieron un tiempo hasta darles libertad.
Denominada esa noche la de los bastones largos
será siempre recordada como la de un trago amargo.
Podrán escupir su frente o golpearlos con bastones
pero la Universidad es de alumnos y profesores.
Ruben Edgardo Sánchez, 29 de julio de 2014
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