El pasado seis de abril el cielo lloró de pena
por la infame represión en contra de la docencia.
Policías pertrechados con cascos y con escudos
frente a un grupo de docentes que no eran peligro alguno.
No portaban armas blancas salvo alguna que otra tiza
tampoco armas de fuego sólo algún diario o revista.
Con toda su humanidad poniendo el pecho a las balas
de oscuros uniformados pertrechados para nada.
Un despliegue policial tan inútil como absurdo
de un gobierno paranoico que le teme a un estornudo.
Los docentes convocados no eran ninguna amenaza
los milicos consumaron un papelón en la plaza.
Ruben Edgardo Sánchez, 11 de abril de 2017
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