Es invierno y hace frío
y las manos se entumecen
las narices y los labios
y hasta los huesos a veces.
Están las calles desiertas
de humanos perros y gatos
automóviles dispersos
transitan de tanto en tanto.
Sendos árboles desnudos
tiritan sin darse cuenta
de la raíz a la copa
con sus yemas irredentas.
Deberá cambiar su nombre
la ciudad de Buenos Aires
al menos por estos tiempos
la llamamos Fríos Aires.
Ruben Edgardo Sánchez, 16 de julio de 2016
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