Quien adula demasiado
con palmadas en la espalda
puede ser que quiera algo
que tal vez le haga falta.
Preferible es recibir
cierto juicio mesurado
que algún elogio servil
totalmente infundado.
Generalmente la envidia
induce al adulador
a que actúe con perfidia
para sentirse mejor.
Como sea es preferible
no recibir alabanzas
que de modo inadmisible
traicionen nuestra confianza.
Ruben Edgardo Sánchez, 4 de julio de 2016
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