Ciertos personajes no tienen principios
pues siempre se venden al mejor postor.
Proclaman verdades a los cuatro vientos
y luego traicionan a aquél que confió.
Muestran sus bondades cuando hay comicios
y al guardar las urnas todo se olvidó.
Raras excepciones confirman la regla
muy pocos se salvan de este papelón.
Siempre haciendo gala de su histrionismo
usando el poder de su seducción.
Todos somos peces picando el anzuelo
o cayendo en redes de algún pescador.
Luego lamentamos no advertir la trampa
que algún desalmado temprano tendió.
Y nos prometemos a nosotros mismos
no ser engañados con otra actuación.
Propósito vano que siempre resulta
apenas un aire de buena intención.
Miramos absortos sin mayor remedio
morir nuestros sueños detrás del telón.
Ruben Edgardo Sánchez, 9 de marzo de 2016
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