Detrás de un manto de nubes el fenecido pensaba
y entre tantos devaneos finalmente aseguraba.
Qué extraño que me parece caminar sin hacer pie
esto no es exactamente como yo lo imaginé.
Alcanzo a ver muy difusas las siluetas de mis deudos
desdibujadas confusas como si no fueran ellos.
Me pregunto qué hago aquí entre pompas de algodones
flotando en el universo entre miles de millones.
Sin atuendos ni vituallas ni problemas que atender
donde la noche no existe tampoco el amanecer.
No tengo que trabajar ni levantarme temprano
no me hace falta el dinero ni llevar nada en las manos.
Nadie mora bajo techo no cena tampoco almuerza
todo el día a la intemperie pero ninguno se enferma.
No hay quien tenga Internet ni automóviles ni motos
no hay hambre ni hay miseria no hay películas ni fotos.
Ninguna preocupación ni trabajo productivo
ningún pesar hoy me aqueja como cuando estaba vivo.
No tengo noción del tiempo ignoro en qué mes estoy
si llegó el fin de semana o qué día es el de hoy.
No hay fronteras ni murallas ni propiedades privadas
este mundo es diferente pues aquí reina la nada.
Sin embargo no me quejo es cuestión de acostumbrarse
la gente que sigue viva pronto vendrá a sumarse.
Que no tema no es tan grave es un lugar inusual
un tiempo que nunca pasa una existencia inercial.
Es un lugar de descanso una eterna vacación
libre de preocupaciones salvo esta reflexión.
Ruben Edgardo Sánchez, 22 de noviembre de 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario