A veces la vida es triste
y no hallamos el remedio
que cure nuestra aflicción.
Procuramos olvidarnos
de aquello que lamentamos
sin hallar explicación.
Mas la pena nos invade
socava nuestra existencia
lacera sin compasión.
Enjugamos nuestras lágrimas
que caen en nuestras mejillas
hasta llegar al mentón.
Formulamos mil preguntas
sin hallar una respuesta
que calme nuestro dolor.
Hablamos de la injusticia
del azar y el infortunio
en busca de una razón
Pero el esfuerzo es en vano
no hay palabra que consuele
nuestro frágil corazón.
El tiempo va restañando
lentamente las heridas
hasta sentirnos mejor.
Poquito a poco alzamos
tímidamente los ojos
mirando alrededor.
Y entonces será el recuerdo
quien nos extienda su mano
como pidiendo perdón.
Ruben Edgardo Sánchez, 7 de febrero de 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario