Una ausencia infinita

Principio: 8 de octubre de 2004

Y el mortal, en su tránsito hacia el No Ser, le pide al Supremo:
-Antes de continuar, concédeme un deseo, por favor.
-¿Qué es lo que quieres?
-Permanecer conciente, más allá...
-No te lo aconsejo, sufrirás mucho...
-Pero es que quiero saber qué es lo que pasa en mi ausencia...
-¿Para qué? Si no puedes intervenir en nada de lo que pase allí...
-Por favor, te lo suplico...
-Está bien, pero te aclaro que tu nivel de conciencia será tan solo perceptivo...
-¿Por qué?
-Porque ya no tendrás soporte sensorial, es decir, tu caja de resonancia...
-¿De qué caja me hablas?
-De tu cuerpo, obviamente. Por consiguiente, percibirás tenuemente... a la distancia; verás difusamente, como entre tinieblas; oirás vagamente, como detrás de un muro; percibirás la acritud del destierro eterno y el aire tibio y brumoso rodeando tu insignificancia... ¿aún así lo deseas?

Fin: 13 de abril de 2006

-No lo sé
-¿Creías que era más sencillo?
-¿Qué es lo que me espera?
-Una ausencia infinita.
-¿Nada más?
-Es todo.
-¡Es triste!
-No es triste: es piadoso. Tú sabías que eras mortal, que tu tránsito era fugaz... ¿qué esperabas?
-No lo sé, pero me resisto a creer que todo lo que fui... que todo lo que aún soy...
-Serás lo que eras mucho antes de nacer: un sueño, una quimera, una posibilidad...
-Pero...
-Eso sí, te irás, pero dejarás tu obra. Para que otros mortales te recuerden a través de ella. Por eso, si mucho obraste, bien o mal; mucho te recordarán, bien o mal.
-Pero no podré cosechar los frutos de mi siembra...
-Disfrutarán o padecerán tus deudos, pero tú no!
-¿Y qué me llevo?
-Nada! Porque nada fue tuyo!

Alumbramiento: 19 de marzo de 2013

Ruben Edgardo Sánchez

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