El tiempo nos castigó con altas temperaturas
por las noches no llegaba ni un atisbo de frescura.
Anhelábamos ansiosos que refrescara un poco
para librarnos al fin de tan tremendo sofoco.
Parecíamos beduinos en el medio del desierto
quemándonos lentamente como carne al espiedo.
Aún no llegó el otoño y el verano se apiadó
de nuestros padecimientos por la ola de calor.
Con marzo llegó un alivio y el infierno se marchó
las noches ya son más frescas y respiramos mejor.
Ruben Edgardo Sánchez, 6 de marzo de 2017
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