Las calles las avenidas resultan cuasi desiertas
ya no hay puertas ni ventanas que se mantengan abiertas.
Gente que duerme en las calles borrachos empedernidos
algún que otro ensangrentado y a lo lejos alaridos.
Cualquier sombra es sospechosa incluso la de los árboles
ya no hay nadie que se siente en escalones de mármoles.
Ya no se puede salir a la calle sin temores
después de la medianoche sólo quedan sinsabores.
Por suerte la noche es corta el mérito es del verano
porque oscurece más tarde y amanece muy temprano.
Ruben Edgardo Sánchez, 23 de febrero de 2017
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