Una luna siempre sola
se desplaza por el cielo
compañera generosa
en las noches de desvelo.
Aunque parezca mentira
podemos ver sus dos ojos
sus orificios nasales
y hasta su boca de asombro.
Nos observa muy atenta
sin decir ni una palabra
surca el cielo por las noches
hasta que despunta el alba.
Su belleza platinada
redonda y muy silenciosa
tan serena y aplomada
luce siempre majestuosa.
Ruben Edgardo Sánchez, 16 de octubre de 2016
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