Qué pena
que la luz de mi razón
se ha extinguido.
Qué fastidio saber
que en un instante
perdí el tino.
Qué fuerte la pasión
que me envolvió
enceguecido.
Qué triste paradoja
esta pasión
cayó al abismo.
Ruben Edgardo Sánchez, 2 de noviembre de 1993
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