El aire tibio nocturno atravesó la ventana
y ella resuelta dispuso partir en la madrugada.
Se dirigió hacia la playa al encuentro de la luna
salpicada por las olas y su platinada espuma.
Muy asombrada la luna le preguntó sin reparos:
-Será cierto lo que veo eres tú una ventana?
-Sí lo soy no te sorprendas tenía necesidad
de escapar de la pared y verte a ti sobre el mar.
-Ventanas he visto muchas y también ojos de buey
pero tú sueles estar amurada a una pared.
-Lo sé pero esta vez se me ocurrió desprenderme
del muro que me sujeta sólo para conocerte.
-Pues aquí estoy puedes verme y conversar bien de cerca
no tendrás nada que hacer verás cómo el mar te acerca.
Así fue como una noche la luna y el mar azul
vieron cómo una ventana llenó su alma de luz.
Ruben Edgardo Sánchez, 28 de noviembre de 2015
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