Estar solo y entenderse
sin mediación de un tercero
es un genuino deseo
y no hay por qué sorprenderse.
Pues resulta necesario
reflexionar a menudo
con el ser que siempre estuvo
fielmente a nuestro lado.
Halagarse y reprocharse
por igual si lo amerita
es lo que uno necesita
para poder conciliarse.
Nadie conoce a uno mismo
como el mismísimo ser
somos siempre yo y él
y no es ningún espejismo.
Ruben Edgardo Sánchez, 1 de diciembre de 2015
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