Sol de otoño presuroso
te cuelas hoy por los cristales
y alumbras mi lar.
Las hojas que han caído
del árbol de menguada fronda
te dejan pasar.
Tus rayos dan luz a los libros
y ornatos del mueble
y los haces brillar.
Sentado a mi mesa
plácido recibo tu visita
rápida y fugaz.
Escribo estos versos
miro tras de mí
te busco y ya no estás.
Ruben Edgardo Sánchez, 26 de abril de 1993
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