Descorro el telón de muerte y me encuentro con la vida
que luce bella y radiante al menos hoy todavía.
No sé qué le pasa al hombre de este siglo veintiuno
que destruye lo que tiene sin remordimiento alguno.
Asegura equivocado que la riqueza es dinero
es necio no se da cuenta que el tesoro está en el suelo.
Arrogante y presumido ignorante y pretencioso
día a día y de a poquito él cava su propio pozo.
Si la vida se presenta generosa y asequible
por qué impedir que la misma sea una empresa posible.
Hagamos del escenario de la vida un estandarte
pues ella es a la postre la mejor obra de arte.
Ruben Edgardo Sánchez, 23 de mayo de 2015
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