Se organizó un concierto y desde atrás del telón
se podía observar todo con detalle y precisión.
Bandas de perros y gatos de toda esta región
se reunían para dar una espléndida función.
Fueron llegando tres gatos cantantes de Gualeguay
prometiendo hacer llorar hasta al más serio y audaz.
Llegó un artista solista un perro del Paraguay
interpretaba canciones para fanfarronear.
Y un conjunto de cachorros que aseguraba ganar
los aplausos de su gente el público de Uruguay.
Era un viernes muy ventoso y empezó a relampaguear
ninguno sabía cómo la noche iba a terminar.
¿Y si empezaba a llover? ¡Eso no podía pasar!
despreocupado el público fue tomando su lugar.
Murciélagos de Ecuador y faisanes italianos
buitres norteamericanos y algunos bueyes haitianos.
Para lucirse con onda un piojo neoyorquino
se colocó una boina y se hizo jamaiquino.
Un pingüino se sentó en un banco muy atrás
y su pescuezo estiró porque no podía mirar.
Un perezoso en su silla la primera voz oyó
dormía plácidamente hasta que se despertó.
Una osa hormiguera chancleteando se acercó
¿Será éste un teatro? la osa se preguntó.
Unos búhos estudiantes ocuparon su lugar
todos estaban felices tan lejos de la ciudad.
Después de entonar miau-miau se pusieron a cantar
los gatos de Gualeguay logrando emocionar.
El perro del Paraguay quiso autógrafos firmar
los cachorros de Uruguay su alegría expresar.
Cantaron todos muy bien y el público empezó a aullar
todas las bandas unidas con el concierto animal.
Ruben Edgardo Sánchez, 4 de junio de 2013
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