Lloramos por alegrías
pero también por
tristezas
porque nos duele el
estómago
o nos duele la cabeza.
El llanto es un desahogo
para aliviar nuestras
penas
de lo contrario sería
una terrible condena.
Drenan sal los lagrimales
y arden a más no poder
se nubla la vista y duele
y ya no podemos ver.
Caen lágrimas de sal
sobre las tristes mejillas
de un rostro apesadumbrado
modelado con arcilla.
Ruben Edgardo Sánchez, 22 de febrero de 2018
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