Es la noche y el mar y uno mismo
absorbido por un negro intenso
infinito incierto inquietante
con el agua rozando mi cuerpo.
Un oleaje incesante golpea
sendas rocas abiertas y plenas
que inmutables exponen sus cantos
por enésima vez y sin pena.
Aquí estoy dulcemente extasiado
contemplando mi gran universo
maravillas celestes preciosas
bellas perlas en el firmamento.
Una estrella perdida en la noche
se destaca entre tanta espesura
y destella su tímida luz
entre nieblas y brumas difusas.
Un crucero astral luminoso
un minúsculo punto en el cielo
entre tanta negrura infinita
un lucero cautivo del sueño.
Aquí estoy aunque apenas me vean
no he faltado esta noche a la cita
he sabido arribar nuevamente
a una nueva velada exquisita.
A la vera del Mediterráneo
cautivado por miles de estrellas
me resulta imposible saber
entre todas cuál es la más bella.
Me regala esplendor infinito
ante mí el universo y su cielo
con mil noches y lunas de plata
con mil almas ventanas y lechos.
Ruben Edgardo Sánchez, 28 de junio de 1992