Desde la primera infancia
hasta el fin de nuestros días
debemos sortear obstáculos
que nos impone la vida.
Tras la dicha el
infortunio tras alegrías tristezas
con amores desamores
cobardías y proezas.
Solemos estar tranquilos
cuando las cosas van bien
todo marcha sobre rieles
como se desliza un tren.
Pero nos desesperamos
cuando algo nos sale mal
entonces descarrilamos y
hay que volver a empezar.
Avances y retrocesos se
suceden diariamente
desde el día en que
nacemos hasta el fin de nuestra suerte.
Un día hemos de quedar a
la vera del camino
sin poderlo desandar por
caprichos del destino.
Ruben Edgardo Sánchez, 2
de noviembre de 2018
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